El usuario también lo cuestionó por difundir en redes datos sobre policías heridos en la protesta antigubernamental de la semana pasada en Lima, ignorando a los manifestantes víctimas de la represión, incluido un fallecido. Lejos de reflexionar, Jerí optó por el ataque: “Deja los odios. No te escondas en redes”.

El historial del mandatario interino no ayuda a su imagen. Entre 2011 y 2015, publicó mensajes sexistas en Instagram, y durante la pandemia protagonizó un bochornoso baile de reggaetón con una asistente del Congreso, desafiando las restricciones sanitarias.

A esto se suma una denuncia por violación sexual en Canta, archivada por falta de pruebas dos meses antes de su nombramiento, y acusaciones de corrupción en su etapa como congresista por favorecer un proyecto en Cajamarca. Pese a las críticas, Jerí se aferra al poder.

“No voy a renunciar”, afirmó frente al Palacio de Gobierno, tras una caminata sorpresiva desde el Parlamento junto al primer ministro, Ernesto Álvarez. Aseguró que el país vive “épocas complicadas” y acusó a un “grupo minúsculo” de imponer agendas desestabilizadoras.

En un intento de autocrítica, admitió “errores personales” y pidió “oportunidades para corregirnos”, pero su tono desafiante y su renuencia a abordar las críticas éticas reflejan una desconexión con la ciudadanía.