El ajuste, según el secretario de Economía, Raúl Pérez, se basó en una comparación con los salarios de presidentes de 12 países latinoamericanos.

Sin embargo, la decisión contrasta con la realidad de un país donde la pobreza afecta a casi un tercio de la población y la inseguridad crece sin freno.

En mayo, un sondeo del Instituto de Estudios Peruanos reveló que el 94 por ciento de los peruanos rechazaba un aumento para Boluarte, cuya popularidad, según Datum Internacional, cayó al 3 por ciento en junio, la más baja en 25 años.

La oposición no tardó en reaccionar. El congresista Alex Flores señaló que “mientras el país se desmorona, el crimen y la corrupción avanzan, Boluarte se sube el sueldo con descaro”.

Por su parte, la legisladora Ruth Luque exigió revertir la medida y priorizar recursos para salud, educación y el bienestar ciudadano.

La decisión resulta aún más polémica tras las declaraciones de Boluarte en 2024, cuando afirmó ante madres de una olla común que con 10 soles (2,8 dólares) se podía preparar sopa, segundo y postre.

“Nos las inventamos, así somos las mujeres”, dijo entonces, palabras que hoy resuenan como una burla para muchos peruanos que luchan por sobrevivir.