Mientras la presidenta duerme la siesta, 52 mafias de trata convierten el país en un infierno para las mujeres

Lima, la capital del Perú, se ha convertido en un campo de batalla donde 52 mafias de trata de personas operan con impunidad, según la Asociación 1001 Vida y Dignidad.
Estas redes criminales, concentradas en más de 30 puntos de la ciudad —desde Lima Norte hasta el Callao—, esclavizan a mujeres vulnerables, muchas de ellas migrantes venezolanas y colombianas, en un sistema de explotación sexual que parece burlarse de la gestión de Dina Boluarte.
El modus operandi es despiadado: captan a jóvenes en situación precaria, las aíslan y las someten con violencia física y psicológica.
Quienes intentan escapar enfrentan castigos brutales: golpizas, descargas eléctricas o, en el peor de los casos, la muerte. “Cerramos con entre 35 y 40 asesinatos por año. Y no se habla de las desaparecidas cuyos cuerpos no aparecen”, denuncia Ángela Villón, representante de la asociación.
En Lima Norte, el “Antitren”, una facción venezolana que rivaliza con el Tren de Aragua, ha hecho de MegaPlaza su centro de operaciones. Allí, mujeres son exhibidas bajo amenaza, mientras las autoridades parecen incapaces de desmantelar estas redes.
En Lima Este, el óvalo de Santa Anita es otro foco de prostitución forzada, con hasta 100 mujeres trabajando bajo coerción, según Latina Noticias. Ni el serenazgo ni las intervenciones policiales esporádicas, como la reciente en un hotel de Lince, logran frenar este horror cotidiano.
Mientras Boluarte presume de estabilidad, las mafias transforman Lima en un mercado de carne humana. ¿Dónde está la seguridad que este desgobierno prometió?