El anuncio llega envuelto en la polémica que persigue a Castillo como una sombra. Su mensaje a la Nación en 2022, donde decretó un estado de excepción y el cierre del Parlamento, fue interpretado como un intento de golpe de Estado.

Sin embargo, Cutipa, con una lógica que desafía la evidencia, insiste en que no hubo tal golpe, pues “no hubo levantamiento armado”. Mientras la justicia aún no emite sentencia definitiva, Castillo se mueve en redes sociales como si nada, convocando a una “amplia unidad” y agitando un programa electoral que parece un déjà vu de sus promesas de campaña de 2021.

Entre sus propuestas, destaca la obsesión por una Asamblea Constituyente para una nueva Constitución “pluriétnica”, la defensa de los recursos naturales y una economía “inclusiva”.

También promete reestructurar el sistema de justicia, exigir la liberación de “presos políticos” y derogar leyes que, según él, blindan la corrupción.

Todo esto, mientras ignora el caos que dejó su breve mandato y las acusaciones que lo mantienen en el ojo del huracán.

Con un supuesto “apoyo popular” que Cutipa jura ver en las calles, Castillo se lanza al ruedo político con la misma mezcla de audacia y desconexión que marcó su gestión tan bochornosa.