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La magia literaria

David Novoa, el poeta de Casa Grande que inspira amor, libertad y alegría a los muchachos del penal de El Milagro

La vida dentro del penal.
La literatura y un poder sanador.
La poesía, una alternativa de salir al mundo dentro del encierro.
Los reclusos y nuevos recursos para vivir mejor.
El material literario de David Novoa.

Por Noël Gibelli, especial para NOVA

-¿De dónde sos David?

-De Casa Grande, un pueblito cercano a la ciudad de Trujillo, en la costa norte del Perú.

-¿Cómo está compuesta tu familia?

-Somos dos ancianos padres y cinco hermanos, además de tres perros, cinco gatos, una pata, un gallo llamado Luciano y dos boas constrictoras.

-¿Cómo comienza tu romance con el mundo de las letras y la poesía?

-Creo que como todos los que escriben: desde muy niño. Pero de una manera más consciente, desde la adolescencia, cuando en el Colegio Militar donde estudiaba, me encontré con el profesor Jorge Chávez Peralta. Es un excelente pedagogo, pero además, un esoterista, un hombre de conocimiento y sus clases sobre literatura siempre estaban impregnadas por anhelos superiores y profundidad de comprensión.

Recuerdo que después de terminar la secundaria me prometí a mí mismo -en el centro de Trujillo donde vivía, en un departamento de la calle Ayacucho- encontrar la verdad a través de la poesía (entre risas). Qué loco. Y desde allí he sido un permanente invocador de su presencia en mi vida.

El mundo de las letras es, para mí, una parte del universo de la poesía. Amo ese mundo y lo respeto, he sido nutrido y formado, en gran parte, por él, pero mi experiencia y mi expresión artística no están limitadas por la literatura, sino potenciadas por ella.

Así que no solo escribo y publico, sino que también recito, canto y bailo mis versos, y los juego y los performo. Los experimento orgánicamente.

-¿Qué te inspira a la hora de escribir?

-La poesía misma. Creo en ella como un oficio y una vocación, sí, pero sé que es mucho más: es el espíritu viviente de la belleza que mora en todas las cosas. Es ese espíritu el que hace uso del poeta para verter sus contenidos a la gente.

Lo que hago yo es simplemente vivir a disposición de ella y cuando le da gana pues me encuentra dispuesto. Por eso la he escrito tan poco… pero la he vivido mucho.

-¿Tenés publicaciones editadas?

-Oh, sí, unos pocos: “Itinerario del Alado sin Cielo”, “Libro de la Incertidumbre”, “La Voz del Loco” y “El Barrendero del Templo de la Poesía”, que viene con un DVD con performances y audio poemas. La revista El Ojo Interior publicó también “Libre”, una recopilación de mis poemas.

-¿De qué manera surge la posibilidad de trabajar en la cárcel?

-A través de un buen amigo, el abogado Paolo Zavaleta, que gestionó allí un taller literario. Fui el profesor de ese curso que duró tres meses. Después, ya por mi cuenta, me quedé tres años haciendo un taller de poesía hasta que estalló la cuarentena.

-¿Qué tipo de labor realizabas?

-Bueno más que un profesor fui, no sé, tantas cosas. Es que la poesía no se “enseña”, solo la puedes irradiar y si hay algún alma sensible cerca pues se contagia y se beneficia.

Entonces fui desde cómico, limpiador, gestionador, psicólogo, coreógrafo, predicador (me invitaban a dar charlas a los pabellones), hasta confesor, pailero y masajista de mis alumnos. Ha sido una de las experiencias más felices de mi vida, aunque muchas de sus vivencias fueron muy tristes y dramáticas, algunas violentas.

-¿Cómo ha sido la experiencia para vos?

-Precisamente, como acabo de decir, fue fuerte y luminosa.

-¿Qué devolución recibiste de tus alumnos?

-La mejor del mundo, ahora todos ellos son mis amigos. Mantengo el contacto con la mayoría que ya han salido del penal. Los veo ocasionalmente, sé de sus vidas. Siento que en sus corazones ha sido sembrada la semilla de una vida poética y aunque no son unos santos, los percibo distintos a como los encontré, y es verdad este cambio pues yo también fui transformado por la experiencia que vivimos juntos.

-¿Qué tipo de delitos cometieron los hombres que tenías en clases?

-Con respeto hacia mis alumnos, voy a enunciar sus delitos sin temor a herir susceptibilidades porque la poesía es realmente terapéutica, cura el alma, despierta la consciencia y deberían irradiarse sus cualidades sanadoras.

Entre mis alumnos, había personas que conocieron las experiencias del homicidio, la violación, el terrorismo, el robo, la estafa y la comercialización de drogas.

-¿Cómo afectó la pandemia a tu actividad?

-La pandemia canceló mi taller. Y fue como tenía que ser: de una manera poética. Luego de trabajar dos años y tres meses sin apoyo de la institución penitenciaria (excepto en los permisos), llegó a la cárcel el director del INPE de la Región Norte. Vio en escena una performance que habían creado mis alumnos y se quedó maravillado. Interrumpió la actividad que se estaba realizando, hizo una reunión con los jefes y conmigo, y les ordenó brindarme todo el apoyo logístico e institucional y crear un drama carcelario y presentarlo a nivel nacional para fin de año.

Esto fue un viernes. El lunes que regresé ya no me dejaron entrar al penal: habían cerrado por la pandemia. Igual seguí enviando separatas. Luego ya no me dejaron hacer ni eso.

-¿Sentís que tu entrega ha tenido el reconocimiento que merece?

-Totalmente. Mis alumnos, sus palabras gigantescas cuando los escucho hablar… de amor. Es una locura oírles decir que vivimos una experiencia de amor en el lugar más horrible de Trujillo. Y luego sus familias, su agradecimiento, y su amistad llena de valoración y cariño.

También algunos amigos periodistas de la ciudad publicaron algunas notas valorativas sobre este trabajo que hizo la milagrosa poesía con la gente del taller Chizoer Ef.

-¿Cómo estás viviendo el retorno a la normalidad?

-Oh…te responderé con toda sinceridad -y humildad- a esta pregunta, Neni. Siempre he estado, creo yo, viviendo en la normalidad: en el misterio de la impredecible e incontrolable vida que es lo realmente normal.

Lo que ya vivíamos antes de la pandemia no era normal, y lo que se vive ahora es más anormal y lo que se quiere lograr con esta campaña mundial para atemorizarnos es mucho más anormal aún.

Lo normal es, creo, refugiarse ahora en nuestro interior y encontrar allí los arrestos para enfrentar la situación que se viene y que va exigir de nosotros toda la verdadera poesía que somos.

-¿Qué lazos te unen a tus alumnos en la actualidad?

La amistad, la hermandad… el aprendizaje.

-¿Cómo te adaptas a las nuevas herramientas tecnológicas?

-Creo que excelente, con lo poquísimo que sé. Pero pienso que si me enterara de su verdadero potencial, vería que no hago casi nada, jajaja… Sin embargo, de manera casera realizo videos y audio poemas que publico en mi muro del Facebook y, a veces, doy charlas o entrevistas por Zoom.

-¿Estás pensando en dar tu taller de poesía de manera virtual?

-Lo he pensado, sí, y mis alumnos me lo han pedido… Pero ¿qué se podía hacer a través del frío mundo virtual con algo que es tan orgánico y vital? Igual estoy aprendiendo, quizá después.

-David, ¿cuál es tu sueño?

-Oh, ya me había olvidado que tenía sueños, Neni. Está tan intensa, desconcertante y fascinante esta realidad que me absorbe y me colma y me sobrepasa. Además… mis sueños de la infancia, que son los verdaderos sueños, son tan locos -como irme con los extraterrestres- que me da roche contarlos, jaja.

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