Opinión
Batalla contra el amor

Señor orgullo

Luis Luna León reflexiona sobre el impulso, el orgullo, el amor, la razón y sus complejidades.

Por Luis Luna León, desde México, especial para NOVA

En los humanos, la reflexión es lo único que nos hace diferentes a los animales salvajes. A ellos los domina el impulso, su esencia. Su reacción es inmediata a algo que les altera su entorno y su vida.

Y nosotros poseemos eso, el pensar, el meditar, el analizar las cosas que nos suceden para poder tomar una decisión, esa que nos permitirá seguir al lado de aquello a lo que amamos.

Pero mi verdad no es la única que vale. Mi opinión es sólo eso, una simple y llana opinión. Porque quizá habrá quien piense lo contrario y sostenga que el ser humano también actúa por impulso.

Y a ellos, a los que piensan eso, yo podría argumentarles que, para esos casos, los seres humanos poseemos una virtud más: eso que muchos llaman arrepentimiento pero que pocos conocen, ya que el orgullo los hace sentirse tan poderosos que les nubla la vista a tal grado que todos los detalles y las atenciones que reciben por amor, nunca logran verlas y mucho menos valorarlas.

Pero la vida está sujeta a un destino. O lo fuerzas o te dejas llevar para ir al encuentro de tu propio destino.

Y es ahí en donde de pronto, la vida misma te ubica en momentos en donde hay que decidir por mantenerte de pie con las manos a los costados y firme en tu orgullo, o caminar pequeños pasos para ir al encuentro y seguir abrazada o abrazado del amor.

Y es entonces cuando pienso que ha de resultar muy difícil para un ser humano que en su interior luchen el orgullo y el amor.

Y hoy quiero confesar algo. Tengo mucho interés por saber cómo será esa lucha en el interior de la mente y el corazón de ese ser humano. Quisiera saber cómo el orgullo y el amor se harán garras, se despedazarán, haciendo añicos todo lo que ha construido el amor por muchos años.

Porque de lo que estoy completamente seguro, es que la lucha será como sucede con los gladiadores: ganará el que esté más fuerte matando al que esté más débil.

Orgullo versus amor. Y todo se resuelve en horas. Porque para aquel que ama no necesita tiempo para decidir. Toma la decisión de inmediato. Hace a un lado a su propio orgullo para seguir conservando a eso que le da felicidad, para seguir al lado de la persona a la que dice amar.

Y para aquella persona, a esa que la domina el orgullo, tampoco le será necesario mucho tiempo para decidir que nadie, que absolutamente nadie puede obligarla a nada, que nadie puede controlarla. Que en ella nadie gobierna. Que no se debe dejar aplastar y mucho menos que no permitirá que nadie le diga lo que tiene que hacer. Y más aún, nadie estará por encima de su criterio. Para seguir diciéndole al mundo que es una “guerrera o guerrero”.

Qué tristeza. Ojalá esa persona supiera que cuando se ama, nada se siente o se considera como una obligación, ya que cuando se ama se hace todo de una forma tan natural, que hasta pareciera que se nace con ella.

Bien digo que cuando existe amor, éste siempre sale a la luz, lo puedes ver, lo puedes percibir. El amor es el que nunca muere. Pero yo hablo del amor, del verdadero amor.

Y pensar que lo primero que tratamos de ocultar, es lo primero que dejamos ver.

Orgullo versus amor. ¿Difícil decisión?

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