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El papa critica la "inaceptable desigualdad en el mundo", pero luce una estola tejida con hilos de oro

El papa Francisco denunció “la inaceptable desigualdad en el mundo” en su primera misa en Irak. (Dibujo: NOVA)

Por Rolando Prudencio, especial para NOVA.

Si la fe mueve montañas, a la fe parecería que la mueven con hilos de oro. No quiero decir para nada que el Papa encarne, represente la fe para los católicos; aunque para muchísimos de ellos sí representa la personificación de la fe cristiana, por todas las demostraciones de reverencia hacia él, que pareciera que así es la realidad, y más aún cuando es reconocido como representante de Cristo, tal cual lo nombró a San Pedro como su Primer Sucesor, diciéndole: “Y yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella” (Mateo 16, 18).

Pero son los actos, o la complacencia hacia los actos de otros, los que más allá de que el Papa representa la fe cristiana desconcierta -por decir lo menos- que el Papa no practica lo que él predica. Y es que a su llegada el Papa a Irak se refirió a: "la inaceptable desigualdad en el mundo", pero lo irónico es que lo hizo lujuriosamente luciendo una estola bordada con hilos de oro por fieles católicos iraquíes.

La prenda que lucirá el Papa tiene un largo de poco más de 2 metros de largo y un ancho de 70 centímetros, y está bordada con hilos de oro que le será entregada para lucirla durante su estadía en Irak.

Para nadie es un secreto la cantidad de oro que la iglesia católica tiene dentro sus templos alrededor del mundo; y que no cumple más que un papel destellantemente decorativo; lo mismo que los hilos bordados en la estola lucirán. Y es cuando obviamente; y más aún después de que el mismo Papa se refirió a: "la inaceptable desigualdad en el mundo", que estaría como el diablo predicando; más aún después de que Cristo, como ejemplo para el mundo, nunca luciera lujo alguno.

Su ejemplo fue de total austeridad; al extremo que al momento de su sacrificio siendo crucificado, en tono de burla sus victimarios le colocaron una corona, pero de espinas. Hoy en cambio el Papa ataviado de su estola costurada con oro se presenta como el representante del Cristo, que nació, vivió y murió en la más absoluta pobreza, al extremo de que cuando fue clavado en la cruz vestía harapos que tapaban su desnudez.

La iglesia o las jerarquías dentro de ella nunca han asumido el ejemplo de Cristo como una opción de vida, sino como una oportunidad de oro para lucir lo que no son, o sea seguidores auténticos de Cristo.

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