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Tensión

El Congreso podría asestar un golpe mortal al Gobierno de Castillo

El Presidente izquierdista someterá a un voto de confianza a su Gabinete, el próximo jueves, como lo exige la Constitución.

Especulaciones, discrepancias y tensiones dominaban este miércoles el escenario político en Perú, en la víspera de que el Gabinete ministerial del presidente izquierdista Pedro Castillo pida, por mandato constitucional, el voto de confianza de un Congreso dominado por la oposición.

El jueves, los ministros, encabezados por Guido Bellido, jefe de Gabinete del primer Gobierno de izquierda en el Perú moderno, podrían verse obligados a renunciar si la mayoría de los 130 congresistas no votan a su favor.

Pero también podría ser que, pese a la tensión, logren pasar y se puedan dedicar a buscar soluciones para problemas urgentes, como la crisis económica o la tercera ola de la pandemia de coronavirus.

"El pueblo en este momento no está pensando en la confianza", dijo Castillo al solicitar responsabilidad. Durante un acto público en la selva, dijo que si los cambios son necesarios se harán, pero en su momento, porque "ahora necesitamos trabajar".

El escenario, ya muy complejo, empeoró en las últimas horas, cuando la oposición de derecha se jugó otra carta: la revelación de dos informes de la Policía, de hace 40 y 39 años, que presentan como sospechoso "no habido" de ataques del grupo guerrillero Sendero Luminoso al hoy ministro de Trabajo, Íver Maraví.

"No podemos tolerar que el gabinete sea encabezado por un investigado por apología al terrorismo (Bellido) y conformado por algunos ministros que hasta se habrían alzado en armas", reaccionó la líder opositora Keiko Fujimori, que apenas horas antes reconoció a Pedro Castillo como presidente, pues se negaba a hacerlo por un supuesto fraude electoral del que nunca hubo pruebas.

Por su parte, uno de los principales referentes de la oposición "dura" en el Congreso, Jorge Montoya, señaló: "No toleraremos más ministros impresentables con pasado subversivo".

Maraví, hoy con 60 años y larga trayectoria como abogado, profesor, cantante y actor, dice que fue investigado pero no se le probó nada y que lo demuestra el que nunca fue detenido y llevó una vida abierta. De paso, descartó renunciar, porque "sería darle gusto a la ultraderecha".

Antes, la tensión (que no se ha detenido desde que Castillo asumió la presidencia el 28 de julio) se había centrado en el ahora ex canciller Héctor Béjar, al final forzado a renunciar porque culpó a la Marina de actos extremistas en los años 70.

Béjar, intelectual marxista que fue guerrillero hace seis décadas, no tuvo apoyo de Castillo ni Bellido.

El jefe del partido oficialista Perú Libre (PL), el ex gobernador de Junín Vladimir Cerrón, no disimuló su enojo por ese aislamiento y por la designación como reemplazo de un diplomático de carrera, Óscar Maúrtua.

"El nuevo Canciller no representa el sentir de PL. Nuestro partido apuesta por una Latinoamérica unida e independiente, rechazando cualquier política injerencista o servil", escribió en las redes Cerrón.

En ese marco de aparente distanciamiento, hubo especulaciones de que Castillo podría abandonar PL y declararse independiente.

El primer mes para el presidente fue muy difícil por la intransigencia de una oposición que, coinciden analistas, quiere derribarlo mucho antes de que complete sus cinco años, y por "errores no forzados" que lo alejan de potenciales aliados, como la designación de Bellido, a quien desde otros bandos se percibe como radical y muy obediente a Cerrón.

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